Si hace unas semanas hablábamos de Tàpia, la exposición comisariada por Axel Void, hoy nos centraremos en el espacio que la alberga: B-Murals, centro de arte urbano.
El crecimiento de la Nau Bostik como proyecto cultural ha pasado por diferentes fases de reconstrucción, y aunque aún quede trabajo por hacer, parte de su infraestructura ya cuenta con residentes funcionales.
El caso del centro de arte urbano B-Murals es un ejemplo paradigmático de los esfuerzos y las batallas que libran las iniciativas artísticas en la ciudad condal. Buenas ideas a partir de recursos modestos. En conversación con Xavier Ballaz, co-fundador de B-Murals, supimos que el proyecto lleva un año en Nau Bostik; Difusor, la entidad tras la sala, bastante más: «Desde 2006. A partir de la implantación de la ordenanza empezamos a contraatacar con proyectos de arte urbano regulados, desde festivales a muros habilitados que pudieran pintarse bajo permiso. Han sido unos años de proyectos más bien pedagógicos».
Vale la pena recordar la contradicción artística de Barcelona, en cuya base encontramos un márquetin fuerte donde el arte (el urbano incluido) simboliza uno de los valores de la ciudad. Por otro lado, la normativa es estricta, en la que, forzosamente, las instituciones tienen primera y última palabra. Y si tenemos en cuenta el ritmo de tales instituciones, nos encontramos ante una situación que oscila entre el estancamiento y el paso de tortuga. Esta situación obliga a iniciativas como B-Murals a desarrollar estrategias adaptables. «Tras varias ediciones deslocalizadas del festival Open Walls, aterrizamos en la Bostik. Hace año y poco que estaba operativa, así que les propusimos la idea del festival y desde entonces hemos intervenido con distinta frecuencia, en parte, porque trabajamos por nuestra cuenta».
«En 2017 obtuvimos el premio Time Out de proyecto cultural. Principalmente, por el concepto, ya que por aquel entonces teníamos poco más que la Bostik pintada. Luego llegó el premio de emprendeduría cultural. Nos permitió asentarnos. Gracias a este imput monetario y apoyos a la formación nos lanzamos más en serio. Hablamos con la organización de la Nau Bostik y, de esas conversaciones, surgió B-Murals».
Volviendo a las instituciones, interesa saber hasta qué punto interesa para el Ayuntamiento de Barcelona la actividad de B-Murals: «Con el Ayuntamiento siempre hemos tenido una relación fluida. Ellos tienen su propia dinámica, así lo que ocurra fuera de su estructura les es ajeno. Sí que es cierto que van avanzando en algunos puntos. Este año ya hubo una línea de subvenciones para arte urbano pero estamos a años de lo que está pasando en otros sitios. Poco a poco vamos abriendo muros en barrios, con proyectos sociales vinculados al Pla de Barris y también con institutos, comunidades. Todas estas acciones generan un caldo de cultivo. Aun así es lento, y lo que queda».
Xavier también apunta que estas estructuras responden a una lógica alejada del presente, ya que existen una gran cantidad de iniciativas que buscan su hueco en el espacio público. Responder a todas estas propuestas es complicado, así que, por su parte, la prioridad es consolidar el proyecto.
Imágenes: B-Murals