José “Bouman” Martínez: excelencia en el “do it yourself”

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Hablar de una escena alternativa en Barcelona camufla una realidad de emprendimiento artístico/cultural a contracorriente. José “Bouman” Martínez es un ejemplo: no existe tarjeta de visita capaz de contener las numerosas facetas que ha desarrollado en los últimos años. Dibujante, editor, animador, periodista cultural, programador… una larga lista que hemos querido desgranar a través de esta entrevista:


Tu trayectoria destaca por las múltiples facetas que confluyen en ella. ¿Cuál llegó primero?

Siempre dibujé desde pequeño. Recuerdo dibujar las caras de los personajes de Musculman (Kinnikuman) en una hoja porque era de lo único que no podías encontrar impreso en cómics, revistas o álbumes de cromos, como sí pasaba con Bola de Drac (Dragon Ball) o Super Campeones (Captain Tsubasa), otras series de animación de los que era muy fan. Ahí junto a Aladdin o El rey león de las películas Disney sumamos mi afición a la animación. Poco después, ya influenciado por mi hermano, realizaba mis pinitos dibujando cómics para amigos o concursos.

Haciendo seguimiento de las reseñas en Underbrain y tu actividad en Goodreads, veo que la literatura juega un papel fundamental en tu día a día.

Respecto a la lectura, ya había leído los típicos libros obligatorios de clase y leer nunca me había parecido algo divertido o entretenido. Sí leía ensayos que hablasen de cómic pero la ficción no me atraía. Por entonces comenzaba a gustarme las pelis de terror y mi curiosidad por saber cómo se trasladaría el miedo en letras hizo que con trece años me acercara a leer Stephen King. Al principio no leía a nadie más, pero fui ampliando después de diez, doce novelas seguidas del autor de Maine. Aunque me volvió a pasar lo mismo tras conocer a Philip K. Dick y dediqué una temporada a leer exclusivamente múltiples libros suyos de relatos cortos.

Y de la literatura al mundo audiovisual.

El cine siempre estuvo ahí. Podría decirse que todos estos (animación, cine, cómic y literatura) podrían ser los cuatro pilares por los que se ha regido mis aficiones y mis proyectos personales y profesionales.

Proyectos artísticos pero con una importante parte tecnológica.

Sí, por mi afán autodidacta aprendí a programar webs, juegos en Div2, editar vídeo, sonido, efectos especiales… cada nueva necesidad era un camino por recorrer y completar de forma autosuficiente. El objetivo ha sido siempre poder mostrar lo que hago, o ayudar a otros.

¿Cómo se relacionan estas cuatro facetas? ¿Alguna destaca por encima del resto?

Posiblemente la animación es lo que más haya influido en las otras facetas. Requiere una dedicación previa antes de ponerse manos a la obra. De preparación, de concretar… pocas cosas se dejan al libre albedrío. El tener claro que quieres hacer y cómo lo vas a hacer. También en aspectos narrativos, la importancia de la silueta, de la limpieza de planos y acciones… que me han afectado sin duda a la hora de plantear la historia en los cómics.

¿Y en qué momento entras en contacto con la edición?

Podría decirse que lo de editor fue accidental, se me presentó la oportunidad y quise embarcarme en otro proyecto profesional que, sin embargo, no desentona con lo que hice siempre: el poder ayudar y recomendar a otros autores y sus trabajos. Como un arqueólogo disfruta encontrando objetos de antiguas sociedades y mostrarlas al mundo, a mí me gusta descubrir nuevos talentos y la cantera de gente que hoy triunfan y publican en grandes editoriales o trabajan para grandes empresas a los que yo aporté un pequeño empujón no son pocos.

¿Existe alguna disciplina en la que quieras adentrarte en el futuro?

Siempre he querido poder realizar un largometraje de imagen real pero hace tiempo que ya no me atrae tanto la idea. Lo que sí me atrae es producir una película de animación en solitario, algo que se convierta en un proyecto personal (aún más) y que haré cuando no tenga nada más que hacer.

Pero ahí queda el poder seguir realizando mis pequeños fanzines Torpe, realizar un álbum largo de cómic y mi novelita corta. Proyectos artísticos que se juntan a otros menos ambiciosos o más de afición como la radio/podcast, un ensayo sobre fanzines…

Ya desde tus comienzos tuviste claro que Internet iba a ser clave en la difusión de tu trabajo.

Internet me bautizó, soy Bouman desde la primera vez que me conecté a la red. Nunca antes había firmado mis trabajos con un seudónimo. Internet permitía un nuevo modo de mostrar tus trabajos, primero con un espacio en Geocities donde colgaba galerías de imágenes que montaba en tablas HTML sencillas. Después vendrían los foros como ArtBoxForum pero mi implicación fue casi siempre presencial, me conectaba en bibliotecas o en casa de mi hermana, lo que no permitía una fluidez de subir archivos o estar al día de las conversaciones o retos de dibujos. La evolución desde entonces da para hablar durante días.

En estos años, ¿con qué ventajas y obstáculos te has encontrado dentro del mundo online?

La difusión online te permite mostrar tu trabajo de forma rápida, lo que es una ventaja, pero la competencia de contenido es abrumador lo que se convierte en muy difícil poder destacar. Hoy en día, además de haberse convertido en un puñetero fast-food (las novedades caducan en horas),  las cifras de redes sociales hacen que además haya un filtro de entrada absurdo. El valor de tu trabajo lo define tu capacidad social (o como de grande es tu bolsillo y tan baja es tu honradez para comprarlos).

Nos venden que Internet es democrático y libre, y lo es tanto como la vida real donde estamos sometidos por unas reglas impuestas por otros.

¿Qué balance haces de tu labor editorial?

Siempre puedes esperar más, pero estoy mayormente satisfecho con todos los títulos que he editado en Underbrain Books (novelas, relatos, microrrelatos, cómics y novelas gráficas). He editado a autores cuando nadie les hacía caso y que ahora se rifan Planeta u otros. Pero por desgracia esto no significa que se me tenga en cuenta a pesar de ofrecer mejores condiciones para los autores y donde claramente el que sale perdiendo soy yo. Claro que, por eso, el aspecto de rentabilidad editorial no es sostenible tal y como lo planteo.

Paranoidland, el fanzine que editas, recibió el Premio del Salón del Cómic en 2017. ¿Qué supuso el galardón?

Paranoidland fue una huida hacia adelante, tuve que hacer un parón forzoso con la editorial hasta recuperarme de las deudas. Cansado de apoyar a otros, perder dinero y no recibir el reconocimiento de mi trabajo, quería volver a crear. El cómic era una asignatura pendiente y así nació el fanzine en colaboración de otros autores y ya al margen de la editorial. Se conformó un plan de publicación que me permitía poder centrarme en la búsqueda de trabajos, la publicación en Underbrain Mgz, etc. Paranoidland requería la implicación de más gente pero al final me cargué con todo el trabajo de edición, distribución, promoción, venta…

El premio del Salón del cómic a Paranoidland fue una gran alegría, el sumun de un esfuerzo de conformar un proyecto diferente, de ser constantes y realizar un trabajo de promoción y difusión.

¿Cómo ves la escena editorial independiente o escenarios como la autoedición?

Habría que definir que entendemos por editorial independiente. En cualquier caso, uno de los principales atractivos de las editoriales independientes (o pequeñas) es hacer llegar autores y textos que principalmente se alejan del mainstream o conocidos bestsellers al público, pero cuando estas editoriales lo pretenden hacer con precios desorbitados pierden para mí todo el sentido. Pasa igual con la autoedición.

En Underbrain Books como con Paranoidland siempre he buscado poner el precio mínimo, que teniendo en cuenta mi infraestructura son hasta razonables, para poder llegar al máximo de gente. No pretendo hacer dinero. Como ya comenté antes, lo pierdo. Pero es mi afán de poder promover una gente y unos trabajos que creo merecen mayor difusión.

¿En qué proyectos andas actualmente?

Mientras me lance o no a realizar un cómic largo estoy publicando el fanzine Torpe, autoedición pura y dura que incluso voy a la copistería del barrio a hacer las copias. La idea es sacar dos al año, de momento he publicado tres números y me gustaría sacar el cuarto antes de fin de año.

Además, desde finales de 2017 comencé a editar de nuevo con Underbrain Books, esta vez centrado en una colección llamada GRAPA. Me olvido de las tiradas de 800 y mil copias para hacerlo en un circuito más agradecido y sostenible. Son tiradas limitadas de 150 copias de cómics de 12 o 24 páginas de historias autoconclusivas realizadas por autores de aquí o traducciones (a veces primeras) de autores de fuera, así contamos con Cristian Robles, Guillermo Monje, Ramón Salas o Dilraj Mann, Pascal Girard y Jack Teagle. Pronto vendrá uno de Bymartínez.

También estoy con la organización de Oh! cómics fest, una feria de cómic alternativo y fanzines que se celebrará del 30 de noviembre al 2 de diciembre. Un proyecto que estoy llevando solo y en el que quiero cubrir carencias que otras ferias similares no están realizando.