Entrevista a Alexandre Madureira

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Quiero pensar que André Malraux habría visto con buenos ojos una herramienta como Internet. Ya en su Museo Imaginario especulaba sobre el potencial de la fotografía para desarrollar espacios expositivos globales, un concepto que ha servido de inspiración a Alexandre Madureira, pintor portugués afincado en Barcelona, para desarrollar su propio Museo Imaginario, una revisión de grandes clásicos desde una óptica pop y conceptual.


Son pinturas que, por un motivo u otro, me gustan mucho y admiro. Pero también intenté elegir obras que tuvieran mucho que ver con la memoria colectiva. Quería que cualquier persona, no sólo los entendidos en arte, mirara a los cuadros y pudiera extraer una lectura de ellos. Son cuadros muy públicos, no es necesario pertenecer al mundo del arte. Algunos son más asequibles que otros, como por ejemplo Las Meninas, que casi todo el mundo conoce.

Alexandre Madureira, “Foi por vontade de Deus”

Pero la experiencia museística va más allá de la elección de las obras, porque uno de los elementos más vistosos de sus lienzos son las franjas blancas en las que figura el nombre del cuadro y otra información relevante. “Yo, con 35 años, y gracias a los libros e Internet, conozco más pintores que Picasso en su época. Muchos de ellos sólo los he visto impresos. Por eso, si cierras los ojos y piensas en un cuadro, te viene a la cabeza la obra con el margen blanco y toda la información.

Información que, en su caso, surge de frases y títulos de canciones, desde Cyndi Lauper a Rage Against The Machine. Influencias que abarcan su infancia y adolescencia y que beben del cine, la música y los videojuegos, como por ejemplo, las barras de energía que flotan sobre su personal visión del Venus y Marte de Botticelli, en una clara referencia al clásico Street Fighter II. Ya sea de forma explícita o sutil, Alexandre es un artista que da gran importancia al concepto y al mensaje, escondiendo siempre alguno entre sus obras.

Aficionado al gran formato, llegar a un resultado final implica por lo general tres meses de trabajo en los que “está todo pensado. No hago esbozos, todo está en la cabeza. Sé cómo va a quedar y la única sorpresa que puede surgir es la elección de un color. Es una idea casi cerrada y un trabajo que sigue un programa.” Aunque, en ocasiones, hace “ataques” a otros estilos y su procedimiento cambia radicalemente. “En esas obras hablo de pintura en un sentido más libre y placentero, pincelada sobre pincelada, donde nunca sabes cómo va a salir.”

Alexandre Madureira, “Girls Just Wanna Have Fun”

Y ahí es donde comienza su nuevo proyecto, la serie Do the windows have my signature?, una colección de obras que “es un progreso natural de Museo Imaginario, donde sigo indagando en el mundo del arte sin interpretar el cuadro completo. Ya no respeto la composición como en los anteriores. En este caso, voy robando y uniendo elementos en una composición propia”. Otro de los elementos que diferencian estas obras de las anteriores es la técnica, más expresiva y decidida a ser algo más que color plano y línea negra.

Do the windows have my signature se plantea como una serie abierta, no como Museo Imaginario, que “desde el inicio tenía claro un número limitado de cuadros.”

Más allá de su obra pictórica, Alexandre ha cosechado éxitos en el mundo de la ilustración. Aun así, “no me considero un ilustrador. Básicamente, porque complico siempre demasiado las cosas. Yo creo que un buen ilustrador dice muchas cosas con poco. Yo estudié Bellas Artes en Portugal y un postgrado de Ilustración en Barcelona. Son dos mundos distintos. Los ilustradores son más rápidos, menos pretenciosos, y sobre todo, muy creativos. Su forma de producir fue contagiosa.”

Alexandre Madureira, “Oh My lover”

Reflexionando acerca del procedimiento español al portugués, Alexandre llega a la conclusión de que “en la universidad de Portugal todo era demasiado conceptual, todo se discutía, ya fuera entre colegas o profesores. Llegaba un momento en que se producía poco y se pensaba mucho. La ilustración fue una liberación: trabajar sin darle tantas vueltas. Y de ahí pasé a la pintura. De todos modos, sigo de cerca a mis colegas de generación. De mi universidad salió gente muy buena”.

Esa productividad queda reflejada en su blog, una ventana a su colorista y mordaz imaginario, pero no la única de sus inquietudes, porque Alexandre también ha demostrado interés por la producción audiovisual. “El video fue algo que hice especialmente en el último año de la universidad y lo dejé por una simple cuestión económica. Sé que es algo que tengo parado pero que volveré a retomar en un futuro. Con el video trabajo de forma completamente distinta, procurando ser más intimista, entrando en el mundo de las personas, de los sentimientos, al contrario que la pintura, más fría y cerebral.

+info: Blog / Dossier Museo Imaginario (pdf)