Hace unas semanas os hablábamos de la exposición que Montana Gallery dedicaba a las Ciudades 3D de Guillermo Carrión. Como una simple reseña nos pareció insuficiente, decidimos entrevistar al artista y descubrir algo más de su técnica, sus influencias y esa gran musa que ha sido para él New York.

¿Por qué la ciudad como inspiración y modelo?
Cuando fui a NY para estudiar y vivir, se convirtió en mi inspiración principal. El jazz fue otro gran catalizador.
¿En qué momento decidiste dar tanta importancia al volumen y qué buscabas cuando incluiste una tercera dimensión?
Un día estaba pintando en la calle. Solía salir a pintar con caballete las calles de Manhattan. Siempre volvía con un cuadro y muchos comentarios y anécdotas. Aquel día me rodearon unos treinta niños que estaban de excursión con su profesora. Yo les advertí de no rozar los óleos porque se mancharían y sus madres se cabrearían mucho, y una niña que tenía la cara a la altura de la paleta me preguntó: “¿Por qué no pones algo de amarillo?” Le contesté que claro que sí, y pregunté si era su color preferido. Ella asintió. Levanté la mirada, vi un taxi y puse un poco de amarillo. Ella entonces soltó “¡Más!” Y cogí todo el amarillo que tenía y lo pegué al cuadro. De repente algo ocurrió, y después de un tiempo ya no se secaban los cuadros, así que empecé a construirlos con otros materiales.
El color es otro de los protagonistas de tus obras, destacando por su viveza y variedad. ¿Cómo de fundamental es en tu discurso?
El color es un milagro en la vida, tanto como las notas musicales. He pasado por muchas épocas y por distintas paletas. NY tiene una paleta muy oscura. Allí, la solución para el graffiti ha sido cubrirlo todo con negro o gris; es una ciudad con muchas azoteas negras o plateadas. Los cuadros con esas tonalidades y colores siempre crean la misma reacción, como que debía estar pasando por una etapa oscura y pesada. Barcelona tiene un colorido mucho más claro, colores pastel, mucho ladrillo y terracotas. Ahora creo que he llegado a un punto en el que tengo libertad total con mis colores. Intento ser lo más libre posible.
¿Qué materiales hay tras tus ciudades en tres dimensiones?
Pinto básicamente con materiales al agua. Antes pintaba mucho con óleo. Lo demás es salsa secreta de la casa.
¿Tus obras surgen de un proceso estructurado o cuentan con un componente espontáneo?
Las obras son una unión de estructura e improvisación. Primero construyo la estructura, luego me permito la completa libertad, aunque siempre manteniendo una relación con esa estructura. Por un lado puede seguir o complementar las formas 3D y por el otro puede ser reaccionaria, como por ejemplo, pintando un edificio distinto sobre la estructura base.
Existe una tendencia a separar el arte contemporáneo del urbano. Si la tuviéramos en cuenta, tus obras se encontrarían entre dos tierras. ¿Qué opinas al respecto de esta, por llamarla de alguna forma, polémica?
A esa tendencia de separar arte contemporáneo del urbano respondería diciendo que sí es verdad que, por ejemplo, el graffiti es algo muy definido y muy particular. La polémica quizás exista más en una rama particular del graffiti. Las firmas tienden a ser fuente de conflicto. Por otro lado, hay muchas variedades de arte contemporáneo. Tantas que obviamente muchas no tienen que ver con algo urbano.
Con un estilo tan definido como el tuyo, cuesta descubrir las influencias que te han conducido hasta él. ¿A qué artistas admiras?
Hay muchos pintores y artistas que me han impactado. Desde Picasso, Dubuffet, Van Gogh, Frank Auerbach, Barceló, Phillip Guston, para empezar. Pero no dejaría fuera de la lista a músicos cómo John Coltrane, Miles Davis, Sun Ra, Thelonius Monk y Charles Mingus. También han sido muy importantes mis compañeros de estudios en NY, Brian Belott en particular. Por último, y no por menos importante, el arte de los niños; sus dibujos y libertad son una gran influencia e inspiración.
¿En qué grado te ha influido también vivir en ciudades como Madrid, New York y Barcelona?
Pues diría que en primer lugar New York ha sido mi gran musa. Viví unos 10 años allí, y fueron años de gran formación y crecimiento técnico. Es una ciudad a rebosar de todos sus elementos: tráfico, ruido, edificios, gente, formas, sirenas, culturas. Barcelona también me ha influido. Ha aportado una faceta más meditativa a la obra. Aquí se nota la presencia del mediterráneo.