Cinco años atrás, puede que cinco y medio, paseando por el barrio de Gracia, descubrí una pequeña galería en la calle de les Tres Senyores que exhibía arte contemporáneo en un claro desafío a las ubicaciones tópicas pero lógicas que caracterizan a los espacios expositivos de la ciudad condal. Desde entonces, la Galería Víctor Lope Contemporáneo ha sido una de las favoritas de este blog, tanto por sus contenidos como por su propio desarrollo, una combinación de trabajo e ideas que, con la recesión de por medio, añaden un elemento épico a sus éxitos.
BJ: Tras la etapa de Gracia y el posterior salto a la calle Aribau, ¿qué balance haces de la trayectoria de la galería en estos seis años de vida?
VL: Un balance claramente positivo. Primero, el hecho de triplicar la superficie expositiva te permite afrontar exposiciones más arriesgadas, con una mejor presentación y una mejor puesta en escena. No podemos obviar que en el arte contemporáneo, y creo que también en cualquier tipo de arte o producto, la forma de presentar y de contar una historia es a veces tan importante como la historia en sí. Obviamente, también ha sido positivo el hecho de estar en una zona donde hay más galerías y donde se puede generar una sinergia con ellas. Por otra parte, la gente puede encontrarte con facilidad y disfrutar más del artista presentado.
De una ubicación relativamente al margen del circuito expositivo de Barcelona al epicentro de la actividad galerística. ¿Qué papel juega la centralización de las galerías en estos tiempos, es igual de importante?
Creo que sí, pienso que es clave. De hecho, Barcelona no ha sido la primera ni será la última. Prácticamente, en todas las ciudades del mundo hay un distrito o zona de galerías, por lo mismo que comentaba antes: tiene sentido para el público. El hecho de desplazarse y poder visitar cuatro o cinco exposiciones en una hora, en un par de horas o en una tarde es claramente positivo, siempre suma. Además, permite que gente de otras galerías descubra la tuya y tu público más fiel también pueda conocer otras propuestas. Curiosamente, hay una tendencia a la deslocalización. Grandes galerías como Taché o Senda han encontrado espacios alternativos alejados del centro. En parte, por la presión del turismo, que consigue que los alquileres sean, en algunos casos, inasumibles por el sector. Aun así, sigo defendiendo a ultranza la concentración.
Antes hablabas de sinergias entre galerías, ¿se percibe un cambio beneficioso entre los negocios de la zona?
Sí, se percibe. Creo que por parte de la asociación Art Barcelona hay una clara apuesta por la generación de sinergias porque, en momentos de recursos muy limitados, solo queda la imaginación o la creatividad, que son gratuitas. El hecho de que se realicen inauguraciones conjuntas como las del programa Art Nou, es un ejemplo de que en el futuro podrán darse muchos más eventos en donde los costes se asuman entre todos, proyectos con cara y ojos que no impliquen asumir grandes costes.
Extraigo de tus palabras que aún estamos en una época de recursos limitados…
Sí, sin lugar a dudas. La frase no es mía, pero creo que eso de que “la crisis ha llegado para quedarse” es una verdad inapelable, porque llevamos en ella desde 2008, siete años ya. Creo que los recursos van a ser limitados y tampoco se ampliarán en el futuro, ni por parte de las administraciones ni por la de las empresas. Hay que hacer lo que comentaba antes, exprimir la creatividad y la imaginación al máximo para poder realizar, no digo más, pero sí lo mismo que se hacía antes con la mitad o incluso menos recursos.
¿Solo la recesión o Barcelona también es culpable de esta falta de recursos? En este punto, tampoco quiero olvidarme de Madrid, el baremo habitual cuando se miden los esfuerzos que se hacen por el arte en la ciudad condal.
Desde luego, Barcelona siempre mira a Madrid. Toda ciudad, todo país, siempre mira a la capital, al hermano mayor con el que habitualmente se compara. Yo creo que es positivo compararse con ciudades que lo están haciendo bien porque eso te obliga a mejorar. No puedes mirarte al ombligo y decir que hay otras ciudades que están peor y que, al menos aquí, se hace algo. Tenemos que mirar a Madrid sin vergüenza, sin complejo de inferioridad, aunque sí que es cierto que en Madrid, por lo que he oído a compañeros, se respira un mejor ambiente en cuanto a galerías, en cuanto a ventas, en cuanto a visitas, en cuanto a programas. A Tres Bandas, por ejemplo, me parece un éxito que no entiendo cómo aquí no se ha llevado a cabo. Pienso que se hará en un futuro; tenemos que generar públicos. Y volviendo al tema de Barcelona y el tema de las galerías, corremos el peligro de que el turismo acabe generando una especie de Disney World de playa y fiesta. Realmente, no veo una apuesta clara por el arte contemporáneo ni por parte de las autoridades de Barcelona ni por las de Cataluña. Sí que es cierto que contamos con importantes museos y que, por su carácter público, en ellos terminan la mayoría de recursos, pero eso no quiere decir que el tejido cultural finalice en el museo. Hay un tejido realmente importante de galerías que, desde las instituciones, merece un mayor respeto y visibilidad. Tampoco nos engañemos, el turismo es importante, y tenemos que atraer a ese turismo no solo a la playa de la Barceloneta, también al barrio de galerías, donde hay una importante concentración de hoteles. Falta dar ese paso de coordinación con la empresa privada, sobre todo con el sector hotelero, y mover a esa audiencia. Las galerías serían una propuesta de valor añadido, ya que son gratuitas y lo seguirán siendo. Eso es lo que creo que falta, apoyo de las instituciones, no solo con más dinero, que ya sabemos que no lo hay, sino con apoyo moral.
Más allá de estos factores externos, hablemos de los internos, de tu experiencia como galerista y de cómo debería ser, a tu parecer, el discurso de una galería.
Pienso que no es bueno cerrarse a una línea muy estrecha, a no ser que encuentres tu nicho y ya te conozcan. La línea de galería es bastante ecléctica, y si bien es cierto que hay un giro figurativo de importancia, siempre busco una calidad en la presentación, una honestidad en el mensaje y en las obras realizadas. La variable precio también es importante, porque nuestra propuesta de valor es presentar a artistas de calidad y que, quizá por no haber llegado aún a un museo, son en cierta forma asequibles a nuevos coleccionistas, a nuevos clientes. Por ahí va la línea, siempre con un guiño al dibujo, a la ilustración, a la obra en papel, que también es una característica importante de la galería. El discurso aún se está elaborando, y diría que es lo bonito de este trabajo, donde, por más que te des cuenta o que intentes cerrarlo a una línea muy concreta, luego vas descubriendo otras cosas que te ayudan a abrirlo. El “libro de estilo” todavía se está escribiendo y estoy disfrutando mucho por el camino.
A día de hoy, un camino de seis años.
Sí, la galería lleva seis años, oficialmente, desde que empezó en Gracia como un proyecto modesto, muy pequeño, hasta ahora, que ha alcanzado cierto tamaño y atacamos a muchos mercados. Actualmente, estamos presentes en más de nueve países de forma asidua, y aunque, en comparación con otras galerías del sector sea relativamente joven, la verdad es que, viendo como están las cosas y cómo fueron los comienzos, casi no me creo donde hemos llegado. Espero que queden muchos años más, y espero que el proyecto mejore con los años.
Volviendo a la línea de la galería, ¿crees que los mercados tienen algún tipo de influencia sobre ella?
Naturalmente, ninguna galería puede ser inmune al mercado. El mercado marca ciertas pautas y por mucho que uno crea que puede salirse de ellas e ir, hablando coloquialmente, a su bola, los mercados te condicionan realmente, y no hay proyecto en el que no tengas que hacer un balance entre lo comercial y lo totalmente transgresor, pues no creo que sean factores excluyentes. Pienso que hay obras de mucha calidad que perfectamente pueden ser comerciables, sin necesidad de ir a la instalación “hipermegaconceptual” y compleja o a la figuración más comercial. Hay puntos intermedios donde los mercados y la calidad se encuentran. Si alguien tacha alguna exposición o a la galería de comercial, yo no me sentiré ni mucho menos insultado u ofendido, es importante que las obras se vendan, que los artistas vean que sus obras tienen salida y así produzcan nuevas.
Hablando de ventas y mercados, ¿qué supone para la galería su presencia en ferias?
Bueno, para la galería, por suerte o por desgracia, supone un porcentaje muy alto de los ingresos. Estamos hablando de cifras de un ochenta por ciento o superior. Obviamente, las ferias son claves. No son algo nuevo, vienen de la época medieval,. Lugares donde los comerciantes se reunían para ofrecer sus productos y la gente se acercaba para valorar la distinta oferta en un periodo de tiempo limitado y en un espacio limitado como puede ser el ofrecido por un recinto ferial. Creo que es un modelo al que le quedan muchos años, y que también, como la crisis, llegó para quedarse. Las galerías que no apuesten por las ferias, entendiendo feria como mercado en sí, como la visión más palpable del mercado, lo pasarán mal o ya lo están pasando mal. La posibilidad de acceder a otros países, a otros públicos, incluso conocer dentro de tu misma ciudad a gente que tiene la posibilidad de visitarla y comprar arte representa a una visibilidad que, sin la feria, no sería posible. Hay una apuesta clara de la galería por las ferias, y será una apuesta que durará muchos años y en la que espero que ataquemos a nuevos países y que encontremos a nuevos coleccionistas, sin olvidarnos de que, para los galeristas, las ferias también nos permiten descubrir a nuevos artistas. Existe una parte de oferta en las ferias, pero también una de demanda, de descubrimiento. Definitivamente, las ferias son un elemento importante, y por muchos años.
Entonces, qué papel juega Internet en la venta de arte, ¿progresa adecuadamente o aún está lejos de ser un mercado independiente como ocurre en otros sectores?
Aún le queda, porque el arte, una obra de arte, tiene un factor emocional importante, casi de contacto, y aunque no toques la obra, la percibes en tiempo real, en el mismo espacio en el que te encuentras. Aunque haya mejorado en cuestión de velocidad, presentación, la capacidad de hacer zoom en una obra, el conocer su procedencia, etc., a Internet le sigue faltando ese acto emocional de relacionarse de tú a tú con la obra. Quizá para la fotografía, para la obra gráfica, u obras que ya has visto con anterioridad sí que sea importante la venta online. Pienso que Internet es más una herramienta de difusión y de darte a conocer. Es el versus entre el comercio electrónico y el tradicional, y aunque sí que es cierto que hay crecimientos de dos dígitos cada año, seguimos comparando a David con Goliat. Quizá en un futuro funcione, no lo descarto, pero sigo pensando que esa falta del factor emocional es lo que impide que despegue de forma clara.
Al contrario que como herramienta de difusión…
Por supuesto. Herramientas como Instagram, Facebook, Twitter, Pinterest, etc. son claves. Pero claves en el sentido de usarlas con propiedad, no de abrir una cuenta y colgar contenidos una vez al mes, sino de destinar recursos dentro de la empresa a mantener vivas esas redes. Nosotros hemos notado un cambio radical en la aceptación y la difusión de nuestros artistas gracias a las redes sociales. Creo que son un amigo y una clave.
Imágenes cortesía de la galería.