Justin Case y la Symbiosis entre obra y artista

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Nunca un proyecto tuvo un título tan bien escogido. Symbiosis, de Justin Case, aprovecha el concepto biológico para ofrecernos una idea en constante evolución. Fotocomposiciones en las que artistas del mundo del graffiti, el tatuaje y el arte urbano en general se funden estéticamente con sus creaciones. Un resultado atractivo que parte de la siempre necesaria defensa de los artistas urbanos y el papel que desempeñan en la humanización de las ciudades, amenazadas por la monotonía y el utilitarismo. 


Siendo un proyecto a medio camino entre lo documental y lo artístico, ¿qué objetivos te planteaste en ambos sentidos?

Cuando empecé a hacer estas fotografías retocadas no me planteé demasiados objetivos. Todo empezó cuando algunos amigos me pidieron que censurase sus caras en fotos capturadas mientras cometían actos de vandalismo, como pintar en la calle. La idea original era censurar las caras sin usar el típico pixelado que hacía que las fotos pareciesen documentos policiales. Empecé con mis amigos y después amigos de amigos. Todo fue evolucionando de una manera muy natural.

Fue bastante después cuando me di cuenta del valor documental que tenían las fotos, porque son retratos de artistas que forman parte de un mundo muy anónimo y bastante estigmatizado: escritores de graffiti, artistas urbanos, tatuadores… En general, son movimientos no muy respetados por la sociedad, aunque poco a poco esto va cambiando. Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que tenía una colección de retratos de artistas que en muy pocas ocasiones se dejan retratar, y son fotografías que les permiten mantener su anonimato. Al transformarlos en mutantes que combinan al artista con su personaje, no se ven las caras reales de las personas, ese era el objetivo inicial del proyecto. Así que fue al cabo de bastante tiempo cuando empecé a ver el valor del proyecto como registro documental, como retrato de una generación de artistas. Cuando empecé a exponer las fotos y otras personas me dieron su opinión empecé a ver cosas que no había visto antes. Al principio para mí eran solo fotos de mis amigos con las cabezas de sus personajes. De hecho, hacia un copia/pega rápido sin prestar demasiada atención a la integración del color, la luz o el ángulo de la cara.

Fragil – Mural Difusor – Barcelona – 2007

A nivel artístico, no tengo un objetivo claro. El proyecto surgió de una manera muy natural a partir de la necesidad de la censura y fue evolucionando. Supongo que ahora mismo mi mayor objetivo es publicar un libro con todas mis fotografías. Pero la cosa se alarga porque siempre voy haciendo fotos nuevas que quiero incluir en el libro, así que lo voy posponiendo hasta conseguir terminarlas todas. Como mis retratos tienen muchas horas de Photoshop, es un proyecto que requiere su tiempo…

Como una simbiosis, ¿qué extraes a nivel personal de cada fotografía?

Cada fotografía es una colaboración con un artista, un diálogo para ver cómo retratarlo, qué personaje usar, en qué lugar hacer la foto… Necesito conocer un poco el mundo de la persona para capturarlo, para sacar el superhéroe o el mutante que lleva dentro. Así que podríamos decir que lo que extraigo a nivel personal de cada simbiosis es conocer a una persona y colaborar con un artista, meterme en su mundo brevemente para retratarlo.

Más allá del concepto, ¿qué podemos encontrar de Justin Case y su propia experiencia artística en cada imagen?

Con este proyecto he aprendido mucho sobre fotografía y fotocomposición.

Cuando empecé utilizaba una cámara compacta de las baratas con lente de plástico y hacia los fotomontajes en media hora. Hacía un par de fotos rápidas de los artistas pintando en la calle y después los censuraba usando mi técnica peculiar.

Ahora utilizo una cámara réflex con lente de cristal, capturo las imágenes en formato RAW y me paso varios días retocándolas. Hago las fotos en el estudio o en algún lugar especial para el artista y dedico mucho más tiempo a cada sesión. Comentamos ideas, elegimos el personaje juntos y buscamos detalles para añadir al retrato. Intento meter a cada artista en su propio mundo, ya no solo le cambio la cabeza, sino que utilizo otros elementos de su obra para añadir detalles al retrato.

Peca – Casa de la artista – Barcelona 2014
Animalito Land – Bosque Mágico – Fanzara – 2015
Julieta – Casa de la artista – Valencia – 2013
Ciou – Casa de la artista – Toulouse – 2014

Ya no hago dos o tres fotos rápidas mientras está pintando, sino que hacemos una sesión en la que puedo capturar más de cincuenta imágenes para después hacer descartes y quedarme con la mejor. Edito la imagen antes de empezar a retocarla para darle un tono más cálido o frío, aumentar o reducir la saturación, darle un aspecto más antiguo o moderno, más oscuro y tenebroso o más luminoso… Se puede decir que me planteo mucho más cómo hacer el retrato, si quiero que parezca una imagen de época con un aspecto anticuado o un retrato futurista, todo según el mundo y el estilo del artista. El retrato de una persona que se dedique al tatuaje neotradicional será muy diferente de alguien que haga personajes 3D, por ejemplo.

Adriana Maluquer – Puerto de Mahón – Menorca – 2013
Rultrón y Claudia – Parque Psicodélico – Aluche – 2017
Andreas Englund – N18 Office & Lounge – Estocolmo – 2016
Veks Van Hillik – Casa del artista – Toulouse – 2014

¿Tienes criterios de elección? ¿Hay terrenos que te interesen más o menos o que, directamente, queden al margen del proyecto?

Sí, el proyecto empezó con escritores de graffiti y artistas urbanos, por eso casi todos mis retratos son de artistas de este mundo. Luego lo fui ampliando para añadir también a tatuadores, artistas low-brow o pintores, pero siempre hay algunos límites. Se puede decir que me interesa más el mundo del graffiti, el cómic, el tatuaje y el low-brow que el arte establecido y reconocido institucionalmente.

Mis fotografías tienen mucho trabajo de retoque, por eso tiene que haber cierto cariño o admiración hacia los artistas retratados. No podría hacer una buena foto de un artista cuyo trabajo me parezca aburrido o no me interese. No trabajo por encargo, solo hago fotografías de personas que creo que merecen ser retratadas, esos son los límites del proyecto.

El proyecto parte de la visibilidad del artista anónimo y, en parte, criminalizado por su práctica. ¿Has advertido en los últimos tiempos algún cambio significativo en la relación de los artistas, la ciudad y sus instituciones?

Totalmente. El arte urbano ha pasado en los últimos años de ser un movimiento callejero underground a convertirse en un fenómeno mainstream. Aunque sigue habiendo bastantes artistas que se niegan a entrar al mundo de las galerías y formar parte del mercado del arte, ha habido un cambio sustancial en el movimiento y eso se nota. Es cierto que hay bastante diferencia entre el graffiti y el arte urbano. El mundo del graffiti es más fiel a sus raíces, mientras que el arte urbano está siendo absorbido en gran parte por el sistema. Esto tiene su parte negativa pero también positiva. Muchos artistas que antes eran anónimos y no tenían suficiente dinero para pagar las multas que les ponían por pintar hoy pueden vivir de su arte, esto es algo positivo para ellos. Aunque el movimiento está perdiendo parte de la frescura que tenía en sus orígenes y se está convirtiendo en una disciplina artística. Hoy hay galerías y festivales que se centran en el arte urbano. Esto es algo que algunos artistas ven como negativo, pero siempre habrá diversidad de opiniones. Para mí lo más importante es respetar que cada persona tiene el derecho a elegir su camino. Si lo que te pone es pintar platas y petar los trenes de cercanías y te apestan las galerías y el mercado del arte, adelante, es tu camino. Pero debes respetar que otro artista quiera vivir de su arte y dejar de trabajar en algo que no le llena o incluso le frustra. Ese es su camino, es su sueño y tiene derecho a perseguirlo, igual que tú el tuyo.

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