Las destinaciones vitales de Tolo Parra

Publicada el

Las entrevistas por Internet se pueden convertir en largos procesos en los que intervienen la disponibilidad de sus protagonistas y los muchos avatares que rodean al 2.0. En el caso de la entrevista a Tolo Parra, la primera toma de contacto fue a mediados de agosto, casi medio año de intercambio de correos electrónicos y de vidas discurriendo al margen de sus respectivas bandejas de entrada. De ahí que, en estos cinco meses, No destination, la serie fotográfica que da pie a la entrevista, haya sido seleccionada por el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla) para su exhibición durante 2016. Más allá del tiempo invertido en ella, la entrevista es una realidad y hoy os la ofrecemos íntegra, con todos los matices y reflexiones que implica un proyecto que tiene por progenitores a la experiencia vital y el ejercicio artístico.


No destination es un viaje fotográfico de cuatro años. (2011-2015) ¿Ha satisfecho las necesidades estéticas y conceptuales que motivaron la serie o han abierto nuevas preguntas?

No destination no surgió en un principio como una serie o como un trabajo fotográfico, fue más bien como una necesidad vital, la búsqueda de un nuevo camino, de una nueva vertiente que me rescatase de la monotonía y el tedio del día a día. La necesidad imperiosa de estar a salvo de los canales preestablecidos. Estar perdido, sin destino, acabar y comenzar cada jornada en un lugar desconocido y no pretendido, estar en definitiva a merced de mi propio destino, de mi propia vida. Fue a posteriori, cuando empecé a tomar fotografías de esta etapa. Comenzó como una especie de diario personal, se convirtió después de alguna manera en un cuaderno de bitácora de un náufrago sin rumbo.

La anterior pregunta me hizo pensar en los factores que determinan el comienzo y final de una producción artística. ¿En qué momento decidiste el punto final de No destination? Si es que podemos darlo por cerrado o existe la posibilidad de que albergue más obras en el futuro.

No destination sigue. Se abre una nueva etapa de la cual ya hay numerosas instantáneas. Comienzó en 2015 pero no tengo ni idea de cuándo terminará este No destination II. Intuyo que se convertirá finalmente en una serie que no seré capaz de terminar nunca. Me sorprendo trabajando en otras series distintas y cómo aparecen de nuevo instantes para No Destinatión II, es como que la misma serie me recuerda que No Destination soy yo mismo, algo de lo que nunca me podré retirar y ni mucho menos terminar.

Los argumentos comunes en tus series fotográficas me invitan a verlas como capítulos de una narración mayor, prolongada en el tiempo y conectada con tus experiencias. ¿Qué relaciones estableces con estos escenarios? 

Yo lo llamo paisaje existencial, los paisajes funcionan como espejos. Es como si me retratase en ese instante o como si me reflejase en el paisaje. Una comunión entre el paisaje y yo, que como especie se puede extender por empatía al espectador. Los lugares de No Destination efectivamente son estados o, como tú bien dices, capítulos de un viaje, del más emocionante que jamás podamos realizar, el de nuestras vidas, realizado de una manera iniciática y salvaje sin ningún tipo de cortapisas ni ataduras sociales impuestas.

No destination es un título que evoca revelación personal, una conclusión final tras la búsqueda. ¿El título esconde cierto nihilismo o confirma esa afirmación con un punto manido de que lo importante es el trayecto y no el destino?

Todos estamos perdidos, de esto espero no tengamos la más mínima duda, venimos y nos iremos de aquí sin pedirlo, deambulamos, nos toca decidir qué hacer aquí en ese tránsito que llamamos consciencia, hasta que el viaje llegue a su último día. Es como estar en el vestíbulo de espera del apeadero de una estación de trenes: muchos se agitarán ansiosos y caminarán de un lado para otro sin sentido mirando constantemente el reloj de la estación, otros compartirán entre ellos conversaciones meteorológicas o culinarias en un intento vago de escapar a la espera, y otros, una minoría desafortunadamente, escaparán del apeadero y realizarán ese trayecto a pie por caminos desconocidos, adentrándose en estados, lugares y personas con los que jamás imaginaron encontrarse, cogiendo en definitiva el pulso de su propio destino de la mejor forma, no teniendo destino. Vivir es descubrir y no hay mayor descubrimiento que el que nos llega sin pretenderlo ni buscarlo. La azarosa sorpresa de no tener destino. La serendipia como la mejor de las brújulas.

¿Y qué piensas de la sutil línea existente entre el viaje de búsqueda y el de huida?

Si tu viaje no tiene destino ni porqué, sino que se convierte en el motor de tus pasos, no se podría justificar la huida ni la búsqueda de manera bilateral, más bien todo está contenido de manera sublimada en el día a día, unido a otros muchos conceptos como el instinto, el desarrollo, el conocimiento, el fracaso, el éxito o el aprendizaje.

La carretera y sus naturalezas muertas han recibido variedad de tratamientos en las últimas décadas. Fotográficos, literarios, audiovisuales… ¿Cómo enfocar un proyecto de estas características con tantas influencias de fondo, en especial, de la cultura estadounidense?

Nunca me preocupó demasiado si lo que hacía era o no algo nuevo. Sí que me preocupó, y mucho, de si lo que hacía y hago me llena, si soy capaz de identificarme en lo que hago y si realmente me veo en cada una de las instantáneas que tomo. Si lo siento o no, en definitiva. Obviamente, soy consciente de que mis líneas son claras. Fotógrafos como William Eggleston o Adam Bartos, cineastas como Andrei Tarkovski o Theo Angelopoulos, literatos como Fernando Pessoa o Cortázar, filósofos como Kant o Kierkegaard o músicos como Morrison o Kobain han colmado desde mi juventud mis pilares creativos. Pero siempre creí más interesante,,por poner un ejemplo, no tener que ir a EEUU o a Ucrania para realizar mi trabajo, sino realizarlo en mi contexto más próximo, donde la batuta de mi instinto es más productiva y natural. Es decir, todos estamos influenciados, no creo que existan dudas a estas alturas en torno a esto. Nuestra mirada se forja en buena medida entre nuestras condiciones naturales, nuestras experiencias, nuestro aprendizaje y todo aquello que nos gusta y el resultado se traduce de una manera inequívoca en el trabajo de cada uno de nosotros.

Una estación de servicio vacía, un edificio en ruinas en ninguna parte, una carretera que no sabemos adónde conduce… ¿Qué lugar crees que ocupan en nuestra sociedad?

El abandono voraz y compulsivo constituye en mi opinión un retrato veraz de nuestro tiempo y nuestra sociedad. No somos capaces de asentarnos, no nos permiten la reflexión ni el recuerdo, la identidad o el arraigo. Consumimos de una manera enfermiza y peligrosa. Somos una lancha fuera borda en medio del océano. Construimos de una manera desenfrenada y caótica. España es un país que, pese a tener unos paisajes maravillosos, no tiene el más mínimo respeto hacia ellos. Desvanecemos a ritmo de Caterpillar furiosa fábricas históricas, antiguas pedanías, hospitales, fachadas cargadas de siglos e identidad en una marabunta de rotondas y museos mastodónticos, desproporcionados y grotescos, o aeropuertos inútiles donde jamás despegó una aeronave. Podemos pasear por los centros históricos de Sevilla, Madrid, Salamanca o León descubriendo mínimas diferencias entre ellos, todos son Zara, Springfield, Mango, Bershka, Fnac o Footlocker. Despilfarramos la identidad de nuestro entorno en pos de un artificio consumista al que consentimos llamar desarrollo y progreso.

Salir de la versión móvil