Entre los descubrimientos, a mi parecer, más interesantes del boom del arte digital, se encuentra la plataforma SuperRare. Aprovechando que ya existe una parte del sector del arte que puja hasta por un gif animado, ¿por qué no crear un espacio de transacción para este tipo de piezas?

SuperRare vendría a ser un Artsy en otra escala y con un elemento exclusivo, ya que los artistas que ofrecen sus creaciones en la página certifican que estas son ediciones únicas. Tiene sentido, ya que a base de copiar y pegar te puedes hacer con casi cualquier contenido divulgado en Internet, por mucha seguridad que el moderno desarrollo web ofrezca.
El caso de SuperRare es distinto, ya que trabaja con Ethereum, una plataforma open source que sirve para programar contratos inteligentes. Su ventaja es que trabaja con blockchains, o lo que se traduciría por cadenas de bloques, en las que no entraré en detalles, salvo que garantizan un histórico irrefutable de información (ideal si la obra cambia de manos). También funciona con criptomonedas, así que los aficionados a estos sistemas económicos alternativos (o al neoblanqueo de dinero) podrán decir la suya.

Para todas aquellas personas que el coleccionismo de arte es comprar un print y un marco de IKEA, proyectos como SuperRare son el futuro. También una extravagancia, según se mire, pero lo mismo se puede decir de algunas facetas del coleccionismo tradicional. Lo bueno de SuperRare es que funciona a modo de comunidad y pueden encontrarse desde trabajos en los que la calidad radica en su atractivo a obras con un concepto hondo, más propio de una galería o museo que de una colectividad online.
